Amor y paciencia
También podemos pensar de este modo:
La persona que me perjudica, en realidad, me está animando
a practicar la paciencia y, puesto que es imposible progresar en
el camino espiritual sin cultivar esta virtud, es muy bondadosa
conmigo.
La paciencia es la mente que, motivada por una intención
virtuosa, acepta las dificultades y el daño que nos causan
los demás. Una persona sin paciencia tiene una mente inestable
y se enfada ante cualquier dificultad o crítica. En cambio,
si cultivamos esta virtud, nuestra mente será inamovible
como una montaña e imperturbable como el fondo del mar. Con
una mente tan serena y poderosa, nos resultará fácil
alcanzar las realizaciones espirituales del amor universal, la gran
compasión y la bodhichita.
Si nos adiestramos de esta manera, incluso podremos considerar
como maestros espirituales a los que nos perjudican o engañan.
Es importante comprender esto porque implica que cualquier persona
puede ser nuestro maestro. El que alguien sea un maestro espiritual
o un obstáculo para nosotros depende por completo de nuestra
mente. En realidad, las personas que nos perjudican son las más
bondadosas porque contradicen nuestra percepción de que el
samsara es un jardín de placeres y, al igual que un poderoso
Guía Espiritual, nos animan a continuar la práctica
espiritual. Si pensamos de este modo, podremos transformar las dificultades
en el camino espiritual y, en lugar de deprimirnos, estimar incluso
a aquellos que nos perjudican. En particular, hemos de adoptar esta
actitud con nuestros familiares y amigos. Puesto que compartimos
la mayor parte de nuestro tiempo con ellos, es muy beneficioso que
los consideremos nuestros maestros espirituales.
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